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ANGEL SHEKINAH 4 CMS PLATA 925

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Descripción

La Shekinah, es una figura básica de la exégesis judía que designa a la Presencia divina que habita (shakan) entre los hombres, de aquí el nombre de Shekinah: ‘la que habita’ o ‘la que reside’. Representa el don que Dios dio al género humano después de la destrucción del primer Templo: su Presencia, que a partir de entonces residió con el pueblo de Israel en el exilio. Gracias a la Shekinah la relación entre el cielo y la tierra es posible y con ella la regeneración y la vuelta al Paraíso original, pues, simbólicamente, la caída de Adán y Eva y su expulsión del Jardín del Edén equivalen a la destrucción del Templo de Jerusalén por los romanos y la posterior diáspora,

Este término שכינה significa morar, habitar. La Shekinah habita en la naturaleza, y ésta tiene por ello un carácter sagrado, que todas las culturas han venerado siempre como una Diosa o Madre Cósmica. En cábala se la denomina la Divina Princesa. Diosa Madre Tierra.

El shekinah apareció por primera vez cuando Dios sacó a Israel de Egipto, y los protegió por medio de «una columna de nube y de fuego» (13:21; 14:19).

En el primer capítulo de Génesis, antes de crear a Adán y a Eva, Dios dice: “Vamos a crear al hombre en NUESTRA imagen”. Y procede a crear al hombre y a la mujer. Es claro en esta frase que Dios no está solo en estos momentos ya que dice “nuestra” imagen. La tradición cabalística nos dice que Dios estaba hablando con la Shekinah, el aspecto femenino del Creador, en el momento de la creación. Como ya hemos visto, la manifestación de Dios en el mundo físico es lograda a través de la expresión de la dualidad de la materia y esta dualidad es tipificada en Adán y Eva, creados en la imagen de Dios, Padre y Madre, el Rey Divino y su Shekinah. El misterio de La Shekina es expresado también en el concepto del Espíritu Santo. Por eso Jesús dice en el Evangelio, según San Lucas, que Dios Padre perdona todo pecado si el pecador se arrepiente, excepto la ofensa al Espíritu Santo.

El Espíritu Santo es la Shekina, la bien amada del Creador, su Otro Yo. Y es tanto el amor que los une en la eternidad que Él no perdona jamás a quien la ofende. La Shekina es la Madre Cósmica, manifestada en la tierra como la naturaleza. Todas las diosas de todas las religiones son aspectos de la Shekina y todas las manifestaciones de la Virgen María son también representaciones del Principio Femenino de Dios.

Dios Padre y Dios Madre, el Rey Divino y Su Shekina, son una unidad, es decir son Uno Sólo y su unión es un acto de amor en un plano cósmico y espiritual, similar a la unión entre dos amantes en el plano material. El placer sexual en el ser humano es una copia infinitésima e imperfecta y de una duración insignificante comparado con el éxtasis purísimo y supremo que es la unión eterna de Dios Padre y Madre. Este éxtasis eterno, que no tiene fin se conoce en el Budismo como Nirvana.

Sin embargo, el nombre de Shekinah no se menciona en la Biblia hebrea, se trata de un término rabínico y, más concretamente, cabalístico. Aparece por primera vez en los Targumim, unas traducciones glosadas según la tradición oral de los cinco libros de la Torá. En uno de ellos, llamado el Targum de Onkelos  (siglo I d. C.) se lee la palabra Shekinah  al traducir los versículos 4 y 5 del capítulo 12 del Deuteronomio, y sustituye a las palabras “morada” y “Nombre” de dichos versículos. Así en la Torá original se dice: «No procederéis así respecto a IHVH, vuestro Dios, únicamente el lugar elegido por IHVH, vuestro Dios, de entre todas las tribus para poner su Nombre allí, en su morada lo buscaréis y vendréis allí». Mientras que en la traducción de Onkelos está escrito: «No procederéis así respecto a IHVH, vuestro Dios, únicamente el lugar elegido por IHVH, vuestro Dios, de entre todas las tribus para poner su Shekinah allí, en su Shekinah lo buscaréis y vendréis allí». Que la palabra ‘Shekinah’ substituya a ‘morada’ no parece extraño, ambas tienen las mismas letras, (shin, caf, nun) y, como hemos visto, su significado es semejante, más curiosa es la identificación del ‘Nombre’ de Dios con la ‘Shekinah’, como si ambos fueran lo mismo o simbolizaran la misma experiencia. Algo que exegéticamente es cierto pues el nombre de Dios de cuatro letras, IHVH, el Tetragrama, simboliza la presencia de Dios entre los hombres. En la tradición hebrea, los Nombres de Dios designan sus manifestaciones, Dios se da a conocer por sus Nombres y entre todos ellos el Tetagrama es el más importante. Para comprender un poco más su significado baste decir que san Jerónimo en la Vulgata traduce Elohim por Deus pero el Tetragrama (IHVH) lo traduce siempre Dominus, que inevitablemente equivale a Jesucristo, el Dios encarnado.

El nombre de Dios de cuatro letras, IHVH, el Tetragrama, simboliza también la presencia de Dios entre los hombres

En la literatura cabalista en los que aparecen relacionados los tres conceptos que hemos apuntado: el templo, o la morada, la Shekinah y el Tetragrama. El primero de ellos tiene como autor a rabí Josef Gikatilla (1323-1348), un gran cabalista castellano contemporáneo y amigo de rabí Moisés de León, el autor del Zohar, en el que explica que el templo es el lugar donde reside el Nombre, para después hacer un quiebro y, al igual que sucede con el versículo de la Escritura que hemos visto, substituirlo por la Shekinah:

«El Templo es el lugar donde reside el Nombre único. Dios ha santificado el monte Moriah (Jerusalén), un lugar en IHVH donde el Templo fue edificado. Por eso está escrito: “El Templo de IHVH que tus manos establecieron” (Ex 15, 17) Y aquí residió el Nombre. Todas las distintas formas de la residencia: cercados, salas, vestíbulos y almacenes eran según la forma secreta del nombre IHVH, según el secreto de los miembros del hombre». (Las Puertas de la Luz, p. 26)

Pero, cuando Israel pecó, continúa explicando rabi Gikatilla, la Shekinah y aquí ya no habla del Nombre sino de la Shekinah huyó del Templo y éste fue destruido, el Nombre (IHVH) no pudo pronunciarse de nuevo, pues ello sólo puede producirse en el interior del Templo.

Pero, cuando Israel pecó, la Shekinah y aquí ya no habla del Nombre sino de la Shekinah huyó del Templo

La continuación del texto que reproduce explica que, según los planes originales, la Shekinah, o el Nombre, hubiera debido permanecer en el mundo, pero la destrucción del Templo hizo que ascendiera hacia su lugar original, apartándose cada vez más de este mundo y, por consiguiente, del hombre, hasta que gracias a los Patriarcas se pudo reconstruir el lugar o el Templo y la Shekinah volvió a residir entre los hombres. En el fondo se trata de una ambivalencia entre el Templo exterior y el Templo interior que se construye en el corazón de los Patriarcas, el único lugar puro sobre la tierra donde la Shekinah puede albergarse, así Gikatilla escribe lo siguiente:

«Sabe que al principio de la creación del mundo, la naturaleza de la Shekinah permanecía en los niveles inferiores, pues el diseño inicial de la creación era poner en correspondencia los mundos superiores y los inferiores… En consecuencia, la Shekinah habitó en lo bajo, y a causa de que la Shekinah descendió, se separaron los cielos y la tierra, lo que explica el versículo. “Así fueron acabados los cielos y la tierra y todas sus armadas”. (Gn 2, 1) Cada uno de ellos adornado y lleno del otro, y sus canales al igual que  sus fuentes funcionaban juntos, distribuyendo de lo alto a lo bajo, lo que llenaba IHVH de abajo a arriba, como señala el versículo: “Así habla IHVH: El cielo es mi trono y la tierra el escabel de mis pies”. (Is 66, 1) Después de esto, IHVH, bendito, se puso como intermediario entre lo alto y lo bajo. Después vino el primer hombre, que pecó y arruinó el sistema, rompiendo los canales hasta el punto de detener el agua de los depósitos, y entonces la Shekinah se fue. El conjunto se desestructuró. Después vinieron Abraham, Isaac y Jacob, de memoria bendita que continuaron atrayendo lo de lo alto. Se convirtieron en tres tronos para acoger a la Shekinah que no podía estar permanentemente en la tierra, sino sólo de manera temporal, sentada detrás de ellos. Es el secreto del versículo: “Elohim se elevó por encima de Abraham”. (Gn 17, 22)». (Las Puertas de la Luz, p. 26).

Abraham, Isaac y Jacob, de memoria bendita, que atrajeron lo de lo alto, se convirtieron en tres tronos para acoger a la Shekinah

Finalmente vino Salomón, el rey de la Paz, que reconstruyó el Templo como su padre David, el bien amado, lo había dispuesto, entonces, cuando Salomón hubo terminado sus rezos:

«“… el fuego descendió del cielo y consumó el holocausto y los sacrificios y la gloria de IHVH llenó toda la casa”. (2Cr 7, 1) Esto indica que la Shekinah volvió a su Casa de Eternidad y que permanece en la tierra. Los canales han sido restaurados, han podido comenzar a repartir sus bendiciones y verterlas sobre el Templo. Así está escrito: “Es como el rocío de Hermón, que desciende sobre las montañas de Sión; ya que allí es donde IHVH envía la bendición, la vida, para la eternidad”. (Sl 133, 3)». (Las Puertas de la Luz,

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