Qué es Esoterismo: ¿Sabes qué es el esoterismo? ¿conoces su definición y su significado? A pesar de que el esoterismo tiene mucho que ver con el ocultismo, la astrología y la espiritualidad, el esoterismo no es satánico. Tampoco es algo malo, ni es brujería ni magia. Podríamos decir, sencillamente, que el esoterismo es el cúmulo de enseñanzas ocultas y filosóficas que se han transmitido en secretismo, normalmente de Maestro a discípulo. El esoterismo supone una gran ayuda espiritual, pues nos encamina hacia nuestro propósito. El esoterismo es un conjunto de conocimientos ocultos a los sentidos e impenetrable para la mente por lo tanto difícil de entender. Esoterismo proviene de la combinación de la raíz griega eso que significa lado interior con el sufijo -ismo que se define como los conocimientos enmarcados dentro de una serie de tradiciones, doctrinas, enseñanzas y / o ritos.
El esoterismo es también definido como una doctrina filosófica cuyo aprendizaje es accesible solamente a los iniciados, o sea, un compromiso a través de ritos o tradiciones de la doctrina. Esoterismo es sinónimo de algo oculto y misterioso porque antiguamente las enseñanzas eran transmitidas oralmente y solo para los iniciados manteniendo un secretismo. Se asocia las prácticas de magia, alquimia y astrología a lo esotérico que al no tener una base en métodos científicos tradicionales han sido considerados subjetivos y un adjetivo despectivo. Antiguamente, el esoterismo o también llamado ocultismo era asociado a la metafísica que es el estudio más allá de lo físico, o sea de la esencia, los principios y la razón del ser. Algunos de los metafísicos más conocidos son Platón, Pitágoras y Leonardo da Vinci. Hoy en día, el esoterismo y el ocultismo es asociado a lo psíquico que es todo lo desconocido relacionado con la mente y no relacionado con la razón ni la lógica. Es por ello que se considera que la práctica esotérica es fútil limitándose a la magia blanca o magia negra, la lectura de oráculos como el tarot, la búsqueda de vidas pasadas y con la ayuda espiritual.
Orígenes: qué es el esoterismo
El término esoterismo, acuñado en el siglo XIX, proviene del vocablo griego esoteros. Hace alusión al conglomerado de disciplinas y enseñanzas secretas y ocultas, ininteligibles para los no iniciados. En contraposición, hallamos las doctrinas exotéricas, de fácil acceso y comprensión para el público. Su transmisión ha sido marcada por un secretismo radical, que se ha ido disipando poco a poco a lo largo del siglo XX. Desafortunadamente, en la actualidad éste se vincula con la brujería, las artes adivinatorias, la magia y el tarot. El esoterismo, como término genérico, hunde sus pilares metafísicos en el precepto incluido en la Tabla Esmeralda de Hermes Trimegisto:
«Como es arriba, es abajo».
Es decir, la esencia del ser humano oculta, y al mismo tiempo desvela, la esencia de Dios. Como bien formula el Génesis 1:27:
«Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó»
Dentro del esoterismo, encontramos multitud de corrientes, unas orientales, otras occidentales, pero siempre participando conceptos unas de otras en sintonía. ¿Algunos ejemplos? Sin ir más lejos, la teosofía de Madamme Blavatsky, la Cábala, la escuela arcana, el sufismo o la antroposofía de Rudolf Steiner. Antiguamente, determinadas doctrinas promulgaban unas enseñanzas exotéricas, comprensibles para el conjunto de la población… mientras que paralelamente germinaban en su seno otras enseñanzas misteriosas y secretas, de carácter esotérico, destinadas únicamente a sus adeptos. Estos saberes se guardaban celosamente de las intromisiones profanas, como por ejemplo sucedió en Grecia. Allí, los conocimientos esotéricos se transmitían al pequeño círculo de alumnos de cada escuela, en contraste con las enseñanzas exotéricas, que se promulgaban públicamente. De hecho, se presupone que muchos de los Diálogos de Platón tienen una naturaleza exotérica, mientras que a su vez se desarrolló una doctrina esotérica encaminada a sus discípulos.
La ilustración
Encontramos que en nuestros días todo lo no considerado científico, es considerado mera charlatanería. Estos prejuicios hunden sus raíces en la Ilustración del siglo XVII y su veneración a la razón. Desde entonces, el enfoque racionalista de la educación moderna impone exaltar los dos únicos terrenos en los que las ciencias naturales se fundamentan, es decir, la razón y la percepción sensorial. Lo mejor es desconfiar siempre de lo absoluto en todas las opiniones y razonamientos. Sin embargo, el esoterismo se desliga de todos los prejuicios y conocimientos materialistas almacenados, pues entorpecen la percepción de los simples prodigios que afloran y trascienden la acción e interacción de fuerzas vitales del planeta en el que habitamos.
Podemos descomponer la luz y el sonido en lo que consideramos que son sus partes componentes, pero al llegar a la más mínima molécula, a la más ínfima vibración, nos hallaríamos ante las regiones de lo infinito, el llamado «Ignotum per ignotius». Lo mismo nos ocurriría si tratáramos de diseccionar las discontinuidades discretas de la fuerza.
Lo infinito es un colosal océano de algo, que, sin embargo, no es nada.
El esoterismo, a grandes rasgos, determina que nos hallamos ante una realidad dual: La Verdad de las apariencias y la Verdad de las realidades. La primera verdad tiene un carácter relativo, la segunda, absoluto.
Un hermosísimo monumento gótico, por ejemplo, posee una apariencia visual magnífica, pero se trata de una verdad finita, relativa; no es más que una verdad en el plano externo y transitorio de los fenómenos materiales. Se trata del resultado de la capacidad creadora del hombre, la manifestación física de su ideal intelectual. Este edificio acabará siendo destruido y nada indicará el lugar en el que se alzaba, por tanto, no era real, sino una transitoria apariencia que había asumido la materia bajo las fuerzas modeladoras de la habilidad mecánica del hombre. Aun cuando la manifestación de piedra y cemento se perdiese en las regiones del vacío, la idea que la ha creado es eterna, es una realidad espiritual, y por tanto, es la verdad absoluta e infinita, lo real, aunque parezca serlo la no-realidad de piedra. Del mismo modo que el símbolo es la obra de la idea, esta idea es la exteriorización de la mente, es decir, la réplica alegórica del Ego o del Yo a las palpitaciones del alma.
Conclusión
El ser humano alberga en sí mismo la esencia del asunto, tal como asegura el Oráculo de Delfos atribuido a Apolo, «gnóti seautón», es decir:
‘Conócete a ti mismo’.
Éste es el origen y también la consumación de cualquier periplo espiritual. Cabe suponer la dificultad que recae sobre el místico al intentar explicar por medio de las palabras una experiencia espiritual. Las palabras son los senderos por los que el raciocinio opera, sin embargo, la experiencia espiritual no puede ser comprendida por la mente lógica y racional; para acercarse a la comprensión de dichas experiencias, se usa un fuerte simbolismo, así como metáforas y alegorías que, próximas al alma, nada tienen que ver con la razón. Por ello, se emplean los términos “esotérico”, “oculto”, “secreto”. Estos compendios sellados con gran hermetismo no pueden iluminar la mente de los profanos, pues el primer gran obstáculo es el uso de la palabra.
Pretender dilucidar cualquier aspecto del alma es como tratar de explicarle los colores al ciego.